El encanto de Brujas

Desde que mi vieja era chica siempre quiso ir a Brujas. Así que esta vez intentamos que se hiciera realidad. El miércoles 6 partimos con destino Brujas. Tras un intenso atasco de hora y media antes de Amberes, conseguimos llegar a las dos de la tarde a Brujas (Brugge).

No sin perdernos unas cuantas veces, claro. Será que en el sigo XIX uno no llega a ningún lado sin un GPS?

El tiempo nos recibió espectacular. Increible pero cierto, cielo azul y sol. Todo un regalo. El centro es bellísimo, con los canales y las típicas casitas con los tejados en forma de escalera.



A la tarde visitamos el museo del encaje, dón de encontramos auténticas maravillas. Pudimos ver una demostración de abuelitas haciendo los encajes. Eran muy tiernas. Estuve hablando con una de ellas en mi pobre holandés y me contó que llevaba 18 meses trabajando en esa pieza y que era bastante dificil. Debo decir que los Belgas son muy educados, amables, correctos y simpáticos. Todos nos recibieron muy bien. A la noche fuimos a ver el ambiente de la ciudad. Estaba hermoso con todas las luces y adornos navideños. Al día siguiente el mar del Norte nos recibió con todo su explendor. Lluvia, nieve, agua y viento, mucho viento. A mamá se le daba vuelta el paraguas y me entraba la risa. Pobre, era complicado pasear con ese tiempito infame.



Decidimos recorrer la parte más histórica. Visitamos el Museo del Diamante, el Museo de los pintores Flamencos (mi favorito siempre adore las pinturas miniaturistas flamencas especialmente al maestro Jan Van Eyck) y por último el museo del cacao (dónde nos enseñaron a hacer bonbones). Llegamos empapadas pero debo decir que super valió la pena.